martes, 2 de agosto de 2011

La Luna





Una bonita y preciosa luna llena… que da principio a un ciclo y termina el anterior.
También yo me hallo inmersa en un ciclo que ha terminado con esta hermosa luna, o al menos eso pretendo.

La vida nos enseña, nos cambia, nos doma, nos moldea… y en algunas ocasiones hace que volvamos a nacer.

Pero para ello debemos “morir”. Esa muerte es una vida que dejamos atrás. Una persona que aun siendo nosotros no siempre reconocemos. Nací de nuevo… si… he nacido de nuevo. Olvidando muchos errores cometidos, y para ello tarea auténticamente ardua perdonándome a mí misma, más fácil ha sido perdonar a los demás y … olvidando.

Me he pulido: no soy, ni jamás seré un diamante precioso, pero si, igual sea una amatista con su peculiar color lleno de vida.

Aunque lo de las piedras muertas nunca ha sido lo mío J.

He recorrido innumerables naciones y ciudades: Soledad, Tristeza, Dolor, Ira, Furia… por suerte tan solo he “disfrutado” de ellas el tiempo necesario para reconocer que había puesto mi morada en sus anchas y majestuosas tierras.

Ellas me enseñaban a echar la culpa de mis desdichas a aquellos que no conocían de su existencia, o las ignoraban. Claro … necesitaban más pobladores. Cada vez sus estatutos estaban más asentados en mi mente y por lo tanto echando más y más raíces sobre mi espíritu.

Grandes personas me ayudaron a entender dónde vivía y buscarme otros lugares dónde hospedarme.

Una noche de repente algo en mi interior cambió. Siempre he tenido señales de su existencia pero…. Aquella noche me desperté de mi sueño gris. Una gran noche…aquellas que separan lo vivido de lo que queda por vivir.

Me di cuenta que hasta ese momento había sobre mi alrededor una capa fina de ceniza… y cómo los ojos hacen la costumbre… nunca me di cuenta. Todo de repente volvió a tener color, colores que no recordaba desde que era niña. Todo volvía a tener olores… olores que ya no recordaba… las yemas de mis dedos sentían… hasta hubiesen podido encontrar una mota de polvo encima de una mesa limpia… sentía… Mi pecho estallaba de emoción, mi garganta me ahogaba.  Sentía como hacía mucho tiempo y por lo tanto… vivía.

VIVÍA.

Y a partir de entonces empecé un poco a morir. Sí, moría…. Morían rencores, morían resentimientos, moría un dolor que la mayoría llevamos como equipaje que ya ni notamos de lo acostumbrados que estamos a el, morían angustias, morían ansiedades… que durante los años se acumulaban dentro de mi por las vivencias que he tenido y luego… en vez de analizarlas, aprender, superarlas y olvidar (que escrito parece fácil, pero no se hace) las había guardado, se acumulan y  a lo largo de mi vida….ya eran muchas.

 Las llevaba a cuestas como quien lleva un anillo que los primeros días lo notas pero cuando pasan 10 ni te enteras y si no lo miras ni recuerdas que está puesto en tus dedos. Todo el mundo lo ve, todos ven tu anillo pero tú, ni recuerdas que lo llevas.

 Pues así… así se meten todos esos sentimientos dentro de nosotros. No se colocan en nuestros dedos pero sí en nuestro espíritu, en nuestra alma. Luego le llamamos estrés porque no tenemos paz y es que ya hemos olvidado como vivir. VIVIR. Y para ello se necesita paz, serenidad, tranquilidad…. Aunque el mundo ruede a dos mil revoluciones si en tu espíritu hay paz, no habrá ni estrés, ni ansiedad, ni malas palabras a los demás, ni sentimientos de haber fracasado, ni… ni tantas cosas.

Yo un día empecé a vivir. Decidí mirar donde tenia esos anillos puestos e ir quitándomelos poco a poco. Abandonar aquellas ciudades y naciones que no me reportaban nada.

Pensé que quedaba sola… pero en realidad estaba más acompañada que nunca.

Una persona murió para nacer otra… ahora estoy en fase de crecimiento. Y espero crecer y crecer, para ello debo aprender mucho.

Ahora tengo paz, serenidad y estoy viva.

 Porque yo he muerto y he vuelto a nacer.

Termina un ciclo bajo la luna llena, sentada junto al mar, mirando las estrellas y preguntándome que me seguirá deparando el nuevo camino que decido andar. No es camino para covardes ni pasivos, será todo un reto.

Con una sonrisa miro la luna y ella… reflejada en el mar parece que… me la esté devolviendo.

(Este texto fue escrito hará dos años. Siempre lo recuerdo por estas fechas  para no volver a "perderme" y reflexionar sobre la opción de vida que elegí por aquel entonces. A día de hoy sigo manteniéndome firme en mis creencias y aprendiendo con humildad. Intento acumular sabiduría más que conocimientos, tarea realmente complicada en esta sociedad en la que casi todos sus moradores carecen de valores firmes. Por suerte, sigo encontrando en los recodos de la casualidad personas cuya luz hace sentir incomoda a la oscuridad y sabiendo que perderá su batalla no se acerca en su presencia.

A vosotros los Caminantes entre palabras, pensamientos, y trazos. Guardianes diurnos y nocturnos. No apaguéis jamás vuestra luz. )